RELATO: El horror de La Mancha

Dedicado a Howard Phillips Lovecraft, aunque fuera un racista de mierda.
Y sobre todo a Debi, Jaime, Javi y Marta, que han servido de inspiración para los personajes. Espero que les guste.

Hoy en la Nave del Misterio tenemos un programa muy especial. Seguramente recordarán una extraña noticia que salió a la luz hace cinco años y que resultó muy impactante para todos los aficionados al misterio y lo oculto: la Guardia Civil encontró en una tenebrosa cripta subterránea, bajo una ruinosa ermita abandonada situada en un pequeño pueblo de la provincia de Ciudad Real, a dos parejas de jóvenes en algo que parecía una especie de extraño templo dedicado a terribles, antiguas e ignotas deidades. Los cuatro parecían haber sufrido un trauma muy fuerte y tuvieron que ser ingresados en un hospital psiquiátrico. Y hasta ahora ninguno de ellos había hablado sobre lo ocurrido esa aciaga noche. Pero hoy dos de los implicados han decidido romper su silencio tras años de terapia psiquiátrica y psicológica, recordar aquellos espantosos sucesos y contarlos en exclusiva para la audiencia de Cuarto Milenio. Ellos son José y Diana. Buenas noches y bienvenidos, muchas gracias por elegir nuestro programa para relatar por primera vez lo ocurrido.

–De nada Iker, buenas noches.

–Buenas noches.

–Hay que explicar a nuestra audiencia que la otra pareja, Jorge, hermano de José y su novia María, no ha podido venir, ya que sus psiquiatras y psicólogos han considerado que no han superado del todo el trauma que les produjeron los espeluznantes y misteriosos hechos vividos en aquella oculta cripta maldita. Y, por lo tanto, no están preparados todavía para hablar de ello.

Sí, es verdad, todavía hoy cada vez que Jorge escucha la palabra ermita se tira al suelo gritando. Y María sufre ataques de pánico si sale por la noche sola.

–Vaya, lo siento mucho, espero que pronto se recuperen por completo.

–Gracias, Iker..

–También hay que aclarar que no vamos a mencionar el nombre del pueblo donde sucedieron esos escalofriantes hechos por petición expresa del ayuntamiento de la localidad, que teme la mala fama que todo esto les puede acarrear. De todas formas, la siniestra ermita donde ocurrió todo fue clausurada y derribada poco después del rescate de los cuatro jóvenes por parte de la Guardia Civil. Supongo que vosotros no habréis vuelto por allí.

–No, nuestros terapeutas lo desaconsejan.

–Bien, empecemos por el principio. ¿Cómo comenzó todo?

–Pues de la manera más normal. Nos fuimos de vacaciones de Semana Santa al pueblo del padre de José y Jorge, que nunca habíamos ido los cuatro juntos.

–Recuerdo que mi hermano se quejaba todo el rato porque quería ir a la playa, a Marbella. Pero no teníamos dinero, así que nos fuimos al pueblo. Ojalá le hubiéramos hecho caso.

–En realidad todo empezó el viernes santo, durante una procesión. Estábamos en el bar del pueblo y las únicas personas que había además de nosotros eran el dueño y un viejo borracho.

–Yo me puse a hablar de las procesiones y de repente el viejo, que era el típico borracho de pueblo, se acercó a nuestra mesa y dijo algo que entre el acento manchego cerrado y la borrachera que llevaba no entendimos bien, sólo que ponía a parir a sus paisanos y decía algo sobre una ermita maldita. En ese momento, el del bar le gritó que se callara y dejara de molestarnos y nos dijo que nos fuéramos porque iba a cerrar, aunque sólo eran las ocho de la tarde.

–Así que nos fuimos a casa, pero José empezó a hablar de la ermita que había mencionado el viejo, de la que ni él ni Jorge habían oído hablar.

–Llamé a mi padre para preguntarle sobre el tema y me dijo que a las afueras del pueblo había una ermita abandonada hacía muchos años que se decía que estaba embrujada, pero que sus padres nunca le habían dejado ir allí. Y que dudaba que siguiera en pie.

–José y Jorge se empeñaron en que querían ir a la ermita la noche siguiente, para poner un móvil grabando a ver si se registraban psicofonías.
–En realidad no pensábamos que se fuera a grabar nada, era sólo por curiosidad y por pasar el rato. Creímos que sería algo divertido. Me arrepentiré toda la vida de haber convencido a los demás.

–Tranquilo cariño, recuerda lo que te dijo tu psicólogo, no fue culpa tuya porque todos decidimos ir. Además, no podías saber lo que iba a pasar.

–Bueno, mi psicólogo, igual que todos los terapeutas que hemos tenidos estos años, dice que todo lo que vimos no fue real, que fue una alucinación colectiva provocada por la sugestión. Pero yo sé lo que vi y oí. Y todos los psicólogos y psiquiatras se pueden ir a tomar por

–Aquí les voy a interrumpir, si me disculpan. El equipo de Cuarto Milenio realizó un trabajo de investigación sobre la ermita y Carmen Porter nos va a contar lo que descubrieron. Buenas noches, Carmen.

–Buenas noches. Así es, Iker, aunque por desgracia no pudimos visitarla debido a que como has contado antes fue derribada. Después de investigar en el pueblo y sus alrededores, en los archivos del obispado y en hemerotecas, averiguamos que se llamaba Ermita de la Santa Cruz y fue construida en el siglo XV. Pero en 1926, ante los rumores de extraños y diabólicos rituales que se llevaban a cabo allí, el obispado realizó una investigación y acabó desacralizándola y clausurándola. Lo curioso es que en ningún sitio, ni siquiera en los archivos del obispado, hay ningún documento en el que ponga en qué consistió dicha investigación y cuáles fueron sus resultados ni las razones de una decisión tan radical. Lo que si pudimos encontrar fue una noticia de un periódico de la época, que contaba que tanto el sacerdote de la ermita como varios vecinos del pueblo y de localidades cercanas habían sido detenidos por la Guardia Civil por secuestro y asesinato, aunque curiosamente no pone nada sobre las víctimas de tales delitos.

–Muy interesante, Carmen, aunque como pasa habitualmente en el mundo del misterio casi abre más interrogantes que aclara las cosas. Una vez más, muchas gracias al equipo del programa por su excelente trabajo.

–Nosotros no teníamos ni idea de todo eso, de hecho hasta ese viernes ni siquiera sabíamos que existía la ermita de los

–Por favor, sigan contando lo ocurrido. ¿Qué pasó después?

–Iker, por favor, tutéanos. Esa misma noche, a las once y media, nos fuimos los cuatro hacia donde nos habían dicho que estaba la ermita, en medio del campo y a un cuarto de hora en coche del pueblo.

–Aparcamos en cuanto vimos las ruinas y fuimos andando hasta ellas. Llevábamos linternas, pero mi hermano dijo que no las encendiéramos por si había alguien vigilando. No creo que lo pensara de verdad, no tenía sentido que hubiera vigilantes y me parece que lo que quería era asustar a las chicas. Y de todas formas, se veía bastante bien porque había luna llena.

–¿La luna llena era gibosa?

–Eeeeehh… no sé Iker… era… llena.

–Permitidme que os interrumpa un momento. Quiero pedir a los espectadores que se imaginen la espeluznante escena que presenciaron estos jóvenes: una tenebrosa ermita en ruinas completamente aislada en medio de la extensa llanura manchega e iluminada únicamente por la pálida luz de una gibosa luna llena. Parece algo salido de un relato de Poe, ¿no creen? Continua, José, por favor.

–Cuando llegamos a la ermita, vimos que estaba rodeada por una valla de esas que ponen en las obras para impedir el paso, con un candado atado con una cadena. Y había un cartel que ponía: prohibido el paso por peligro de desprendimiento.

–Yo dije que sería mejor que volviéramos al pueblo, no fuera a ser peligroso.

–Ojalá te hubiéramos hecho caso. Pero vi que había huellas de pies que entraban en la ermita y se lo dije a los demás. Dio la casualidad de que mi hermano llevaba una cizalla en el coche para cuando iba a… por motivos de trabajo, así que fue a por ella y rompió la cadena para abrir. Ya sé que estuvo muy mal y que es un delito, pero creo que hemos pagado por ello más que de sobra estos cinco años.

–Así que entramos en la ermita y vimos que las huellas llevaban a lo que parecía una tumba de piedra en el suelo, cuya lápida había sido retirada a un lado. Pero se podía ver que en vez de tumba había unas escaleras que bajaban a las profundidades.

–Recuerdo que nos miramos unos a otros. Era algo que no esperábamos y me parece que a todos nos daba un poco de miedo bajar, pero ninguno quería reconocerlo.

–De un poco nada, yo estaba muy asustada y estoy segura que los demás también. Pero entonces Jorge dijo que quien no bajara era un gallina y María le contestó: “si eres tan valiente baja tú primero”. Así que eso hizo, pero se notaba que estaba acojo… atemorizado y lo hacía por no quedar mal delante de su novia.

–Los demás bajamos detrás de él con las linternas encendidas porque estaba todo a oscuras. Las escaleras, que eran de piedra y tenían pinta de ser muy antiguas, terminaban en un túnel que se internaba en la oscuridad, lo suficientemente ancho como para caber de dos en dos. Yo miraba a los demás y veía que tenían tanto miedo como yo, pero por no quedar como unos cobardes no dijimos nada y seguimos hacia delante por el túnel.

–Avanzando por él, empezamos a escuchar algo que venía de más adelante, como gente cantando. Otra vez nos miramos como preguntándonos si seguíamos hacia delante. Y aunque claramente estábamos muy asustados, esta vez la curiosidad pudo al miedo y continuamos. Al final del túnel se veía una luz, así que apagamos las linternas. Me acuerdo que todos andábamos despacio y en silencio, como si no quisiéramos que nos oyeran.

–Cuando pienso que tuvimos varias oportunidades de volver al pueblo y no habría pasado nada…

–El túnel terminaba en una especie de cripta muy grande con el suelo y las paredes de piedra y que también parecía muy antigua. Todas las paredes estaban llenas de extraños dibujos y símbolos hechos con pintura roja. También me acuerdo que olía muy mal, como a agua estancada.

–¿Cómo eran esos dibujos y símbolos? ¿Abominables? ¿Obscenos? ¿Impíos?

–Pues no lo sé porque no me fijé mucho en ellos. Lo hice mucho más en el centro de la cripta, en el que había un pozo de piedra que salía del suelo y estaba totalmente decorado con relieves que representaban criaturas monstruosas, que esas sí que eran abominables del todo. Y en que alrededor del pozo había seis personas vestidas con túnicas negras que cantaban con los brazos levantados.

–¿Pudisteis ver sus caras?

–No, porque las túnicas llevaban capuchas que se las tapaban.

–¿Y qué era lo que cantaban? Supongo que algún cántico diabólico y siniestro.

–La verdad es que daba muy mal rollo oírlos y más todavía vestidos así y en semejante sitio. La mayoría era en un idioma muy raro que no entendíamos, pero repetían una y otra vez algo así como “chulu fatagen” y también “ia, ia, sub nigurat”, o algo parecido. A día de hoy seguimos sin saber lo que significan ni qué idioma era.

–Y la verdad es que tampoco nos importa en absoluto, no queremos saber nada más de todo aquello, nada de nada, nunca más, ni hablar.

–José, cariño, ¿estás bien? ¿Quieres dejarlo y que siga yo sola? Te veo muy nervioso.

–Si quieres puedes retirarte a la sala de invitados.

–No, no, estoy bien, no pasa nada, puedo seguir.

–Entonces continuamos con la historia. Diana, has dicho que no todo el cántico era en ese extraño idioma desconocido.

–Sí, había una frase que cantaban en castellano, era “la cabra negra de los bosques con un millar de retoños”. Y como te puedes imaginar estábamos flipando con todo aquello. Jamás podríamos haber imaginado encontrar algo así en un pequeño pueblo de La Mancha profunda; todo parecía sacado de una película de terror de esas de serie b. Y sinceramente los cuatro estábamos muertos de miedo.

–Porque era real, completamente real, no era una película ni una alucinación. Como tampoco lo era aquello que empezó a salir del pozo después de oírse un chapoteo… era un ser monstruoso, deforme… algo que nadie podría imaginar ni en sus peores pesadillas… en cierto modo parecía un animal… pero no lo era… era… yo… no puedo… no puedo… ¡Dios mío! ¡No puedo! ¡No puedooooooo! ¡Aaaaaaaaaaaa!

–Compañeros, pasamos a publicidad.

–Bienvenidos de nuevo a Cuarto Milenio. Desgraciadamente, José ha tenido que abandonar la Nave del Misterio, pero por fortuna no le ha pasado nada, sólo ha sufrido un pequeño ataque de nervios del que ya está completamente recuperado. Su novia Diana terminará de contarnos esta increíble historia tan apasionante como espeluznante.

–Sí, Iker, muchas gracias por vuestra ayuda con José.

–Faltaría más, por Dios. Lo último que contó tu novio fue que una espantosa y terrible criatura de pesadilla comenzó a surgir del pozo. ¿Los demás también la visteis? ¿Cómo era exactamente?

–Pues la verdad es que no sabría describirla porque no me acuerdo bien de ella, mi memoria ha borrado casi todo lo que ocurrió desde entonces hasta que desperté en el hospital.

–¿Dirías que era indescriptible? ¿Inenarrable? ¿Incognoscible?

–No sé, lo poco que recuerdo es que era muy desagradable y horrible. Y como dijo José era deforme y tenía partes como de animal, con brillantes ojos amarillos, bocas babeantes y gruesos tentáculos repartidos por todo su cuerpo. Y también que era de un color entre negro y verde oscuro y que apestaba, despedía un olor asqueroso. Como te he dicho, lo siguiente que recuerdo es despertar en el hospital de Ciudad Real.

–¿Tú también piensas que esa monstruosidad era de verdad?

–No lo sé, a veces pienso que sí y otras que tienen razón los terapeutas con lo de la alucinación colectiva. La verdad es que es muy difícil de creer y seguro que los espectadores están de acuerdo con eso. Todo lo demás, la ermita, la cripta y la gente cantando estoy totalmente segura que fue real, pero aquello… sinceramente no lo sé.

–En cuanto a la cripta, tenemos otro invitado muy especial que va a arrojar luz sobre esa parte de la historia. Se trata de Joaquín Sevilla, ex-agente de la Guardia Civil que hace cinco años fue el primer encargado de investigar lo sucedido junto a su por entonces compañero Ernesto Reyes, que no ha podido venir esta noche por motivos laborales. Buenas noches, Joaquín, cuéntenos lo que ocurrió.

–Buenas noches. Pues sí, hace cinco años Ernesto y yo estábamos destinados en esa zona de Ciudad Real y esa noche dio la casualidad de que pasábamos con el coche por la carretera cercana a la ermita, que es una comarcal por la que casi nunca circula nadie. Entonces vimos a una chica, que luego me enteré que era María, corriendo y pegando gritos por en medio de la carretera. Lógicamente, paramos para socorrerla y le preguntamos qué pasaba, pero estaba completamente histérica, no paraba de gritar y llorar. Gracias a Dios, conseguí entender entre los gritos y los lloros que decía ermita, así que le pedí a Ernesto que se encargara de cuidarla y llamara a una ambulancia y me dirigí hacia allí. Al llegar vi la cadena rota, la tumba abierta y la escalera, así que saqué la linterna y, por si acaso, la pistola y bajé. Cuando llegué a la cripta no pude fijarme mucho en ella porque encontré a los tres jóvenes en un estado muy preocupante: Jorge estaba en el suelo inconsciente, su hermano José estaba dando vueltas alrededor del pozo con los ojos muy abiertos y cantando en voz baja la canción de la serie Bola de Dragón y Diana estaba tumbada en posición fetal, chupándose el pulgar como un bebé. Por mucho que lo intenté, no conseguí que Jorge despertara y, en cuanto a los otros dos, era como si no me oyesen. Cada vez que les tocaba, Diana se ponía a llorar y a llamar a su mamá y José me pegaba mientras gritaba: "¡muere, maldito Célula, yo, Goku, acabaré contigo!". Cuando llegaron los de la ambulancia se los llevaron al hospital y recuerdo que, mientras le metían en el vehículo, Jorge recuperó la consciencia y dijo a voz en grito: “¡Os lo dije! ¡Teníamos que haber ido a Marbella!”

–Entonces, aparte de ellos tres ¿no había nadie más en la cripta?

–No, nadie.

–¿Alguna vez volvió al lugar de los hechos?

–No, la Policía Nacional se encargó del caso y mis mandos nos prohibieron expresamente a Ernesto y a mí volver allí. De hecho, no contaría esto si siguiera en el cuerpo porque también nos prohibieron hablar del tema. Luego supe que habían demolido la ermita. Y también oí que las pinturas de las paredes estaban hechas con sangre humana, pero no sé si es verdad.

–Otro testimonio de lo más interesante que nos da pie a reflexionar. Muchas gracias a los tres invitados por haber acudido a Cuarto Milenio. Nos vamos a publicidad, pero a la vuelta tendremos otro tema apasionante que no se pueden perder: la historia de una barra de pan en la que apareció el rostro de Jesucristo.


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