CRÍTICA DE CINE: Moonlight
No he visto La La Land pero me extrañaría muchísimo que sea mejor que
esta magnífica película que trata temas tan sensibles e importantes como
la búsqueda de la identidad, la homofobia, las relaciones entre padres
(o madres) e hijos, la drogadicción, el acoso escolar o la miseria
(tanto económica como moral). Me ha sorprendido gratamente el gran nivel que demuestra el
prácticamente desconocido Barry Jenkins, que hasta ahora había hecho
algunos cortos y un largo no estrenados en España, como guionista y
sobre todo como director, demostrando un muy buen manejo del lenguaje
cinematográfico y consiguiendo maravillosas interpretaciones de un
reparto en su mayoría muy joven y poco o nada conocido. Y además cuenta
con la inestimable ayuda de un montaje, una fotografía y una banda
sonora realmente estupendos.
Ciertamente la historia no es nada original, es la típica de un chaval con problemas y una familia desastrosa que ya hemos visto muchas veces pero está contada con gran talento y mucha sensibilidad. Y también es verdad que los personajes son estereotipos, lo que para mí es el principal fallo de la película.
Lo que me ha gustado mucho es que a pesar de contar una historia muy triste y durísima no es tremendista, es decir, no se regodea en el sufrimiento ni busca la lágrima a toda costa como habrían hecho otros directores (Bayona o Spielberg, por ejemplo) salvo en algún momento puntual en el que se le va un poco la mano en este aspecto. Y además tiene escenas preciosas como la del mar. Eso sí, hay que advertir que el ritmo de la película es bastante lento, aunque no llega a los extremos del cine oriental, pero en mi opinión es justo el que necesita una historia como esta, muy necesaria en estos tiempos reaccionarios e insolidarios en los que desgraciadamente vivimos, en los que nunca está de más una llamada al amor y a la tolerancia entre las personas, sobre todo si además tiene una gran calidad cinematográfica.
Ciertamente la historia no es nada original, es la típica de un chaval con problemas y una familia desastrosa que ya hemos visto muchas veces pero está contada con gran talento y mucha sensibilidad. Y también es verdad que los personajes son estereotipos, lo que para mí es el principal fallo de la película.
Lo que me ha gustado mucho es que a pesar de contar una historia muy triste y durísima no es tremendista, es decir, no se regodea en el sufrimiento ni busca la lágrima a toda costa como habrían hecho otros directores (Bayona o Spielberg, por ejemplo) salvo en algún momento puntual en el que se le va un poco la mano en este aspecto. Y además tiene escenas preciosas como la del mar. Eso sí, hay que advertir que el ritmo de la película es bastante lento, aunque no llega a los extremos del cine oriental, pero en mi opinión es justo el que necesita una historia como esta, muy necesaria en estos tiempos reaccionarios e insolidarios en los que desgraciadamente vivimos, en los que nunca está de más una llamada al amor y a la tolerancia entre las personas, sobre todo si además tiene una gran calidad cinematográfica.
Nota: 9 sobre 10
Lo mejor: lo bien que dirige Jenkins
Lo peor: que los personajes sean esteriotipos
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