CRÍTICA DE CINE: El hombre de las mil caras

Tras La Isla Mínima Alberto Rodríguez vuelve a demostrar que es uno de los mejores directores españoles actuales con esta estupenda película bien escrita, muy bien dirigida e interpretada y, que como es habitual en su cine, está muy cuidada en cuanto a los aspectos técnicos como fotografía, montaje o sonido. Seguramente arrasará en los Goya.
También demuestra que domina el lenguaje y el ritmo del thriller, creando y manteniendo la tensión de maravilla pero dando respiros y metiendo interludios dramáticos cuando es necesario. Y además que se le da muy bien la dirección de actores, consiguiendo grandes interpretaciones de todo el reparto, en el que destacan Eduard Fernández, estupendo como siempre y un magnífico Carlos Santos, que aunque físicamente no se parece nada a Luis Roldán consigue que te creas que es él.
Además lo que cuenta es muy interesante. No se si las cosas sucedieron realmente así y ya la propia película avisa de que es una ficción basada en hechos reales pero de todas formas representa muy bien como funcionan el verdadero espionaje, el blanqueo de dinero y la política, También retrata a la perfección el clima moral (o más bien de falta de moral) que hubo en España desde finales de los 80, cuando los políticos de los distintos gobiernos (primero del PSOE y luego del PP) aprovecharon la bonanza económica provocada por la burbuja inmobiliaria para robar alegremente de las arcas públicas, convencidos de que el país era su cortijo particular. En este aspecto es reveladora la escena en la que Roldán dice: "Yo no soy un criminal. Yo hacía lo que hacía todo el mundo".
Desgraciadamente la película no es redonda porque el guión no lo es: abusa de la voz en off, que explica demasiado las cosas, sobre todo en la parte final, en la que tuve la sensación de que trataban al espectador como si fuera tonto. E incluso hay ocasiones en las que esa voz en off se carga el suspense.

ALERTA SPOILER
Un ejemplo de lo último que digo: cuando Paesa y Camoes sacan a Roldán del piso franco y lo meten en el coche que les va a llevar al aeropuerto (para ir a Bangkok) no era necesario que Camoes explicara que estaban acojonados, le quita tensión a la escena.

Nota: 7 sobre 10
Lo mejor: Carlos Santos y Eduard Fernández
Lo peor: la voz en off

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