CRÍTICA DE CINE: El faro

Tenía muchas ganas de ver El faro porque me encantó la anterior película de Eggers, La bruja, a pear de ser lenta y rara. Y en principio me estaba gustando tanto como esta, a pesar de que su formato 1:19:1 se me hacía un poco cuesta arriba, porque tenía el mismo estilo:
Un drama opresivo y realista, de ritmo lento pero no pesado, rodado en pocos escenarios y con pocos personajes en el que poco a poco se van introduciendo elementos extraños, sobrenaturales y terroríficos que generan tensión, y que además tiene muchas influencias de autores clásicos de la literatura de terror estadounidense (Nathaniel Hawthorne en el caso de La bruja y H. P. Lovecraft en este). Y una película muy bien rodada, dirigida, interpretada y montada, con una espectacular fotografía (aquí en blanco y negro) y en la que Eggers demuestra que se le da de maravilla crear y mantener la tensión, aunque en El faro para conseguirlo abusa de los efectos de sonido, que llegan a ser un poco cargantes.
Desgraciadamente en la segunda parte de la película Eggers opta decididamente por un surrealismo oscuro al estilo de David Lynch que personalmente no me gusta nada y llega un momento en que nada de lo que ocurre tiene sentido y no sabes si lo que estás viendo es real, son los delirios de uno de los personajes o es una mezcla de ambas cosas. Eso sí, lo cierto es que es toda una experiencia que gustará mucho a los fans del Lynch de películas como Cabeza borradora o Mulholland Drive entre los que no me encuentro.
Para terminar tengo que destacar dos cosas:
- Las impresionantes interpretaciones de los dos actores, algo habitual en el caso de Dafoe pero que me ha sorprendido agradablemente en el de un Pattinson que ha dado un salto de gigante desde la infame saga Crepúsculo.
- Que con solo dos largometrajes Eggers parezca haber desarrollado un estilo diferente, personal (aunque con las lógicas influencias de directores anteriores) y arriesgado en estos momentos en que gran parte del cine, especialmente del que se hace en EE.UU. y más aún de género fantástico o de terror, sigue unas fórmulas comerciales establecidas y la originalidad y el riesgo son por desgracia una rareza.

Lo mejor: los dos protagonistas y la fotografía
Lo peor: la parte final

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